Eres una extraordinaria maestra del manejo de la tiza pastel. Debo confesarte artista, que en reiteradas ocasiones te he contemplado en silencio desde los rincones del lugar, donde permanezco intangible con el propósito de comprender y conocer como se sosiegan tus dedos sobre el lienzo para matizar y esgrimir con destreza la forma sobre el plano. Evidentemente dejas tus valiosas huellas al formar cada una de tus obras; pareciera que tu profunda y triste mirada, lograra retener la recóndita moldura de la representación desde esa inmensa soledad y en comunión con tu divina peregrinación plástica, debatirte con las entonaciones de cada místico color, seduciendo el plano con el fin de trasladar la figura, aplicando a algo el sentido de la vista, para ver la gracia de ese magnífico momento en el cual se fusiona el sagrado don y la técnica creando la imagen. Realmente sin duda lo esencial es el don propio que Dios creo en ti al tocar tu alma. Artista mi respeto y admiración.
Eres una extraordinaria maestra del manejo de la tiza pastel. Debo confesarte artista, que en reiteradas ocasiones te he contemplado en silencio desde los rincones del lugar, donde permanezco intangible con el propósito de comprender y conocer como se sosiegan tus dedos sobre el lienzo para matizar y esgrimir con destreza la forma sobre el plano. Evidentemente dejas tus valiosas huellas al formar cada una de tus obras; pareciera que tu profunda y triste mirada, lograra retener la recóndita moldura de la representación desde esa inmensa soledad y en comunión con tu divina peregrinación plástica, debatirte con las entonaciones de cada místico color, seduciendo el plano con el fin de trasladar la figura, aplicando a algo el sentido de la vista, para ver la gracia de ese magnífico momento en el cual se fusiona el sagrado don y la técnica creando la imagen. Realmente sin duda lo esencial es el don propio que Dios creo en ti al tocar tu alma. Artista mi respeto y admiración.
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